miércoles, 13 de febrero de 2013

Mal. Muy mal.


Buscando noticias sobre la retirada a tiempo del Papa de Roma, he encontrado las incontables noticias sobre mierdas varias de la "santa" Iglesia. Pero sin duda, éste titular me ha dejado eclipsada del todo. Y también he tenido que tomarme una tila, porque saca de quicio. Si vais a leer el artículo, preparad tilas, o horcas. 


La humanidad está loca. Eso ya lo sabía. Pero que alguien pueda hacer estas declaraciones en un medio de comunicación y que no sea juzgado, me parece inconcebible. Es que no encuentro palabras para describir a este señor (por llamarlo algo, que de señor tiene poco). En el siglo XXI, cuando hace años que se aprobaron los derechos humanos, se abolió la esclavitud, se aprobaron los derechos de la infancia, los trabajadores consiguieron que se les concedieran también unos derechos bien merecidos, cuando parece que tenemos clarísimo lo que está bien y lo que es abominable y condenable, después de muchas duras batallas por conseguir todos estos beneficios para la humanidad, a este señor se le ocurre que los culpables de los abusos sexuales a menores son las víctimas, los menores. Y no sólo eso, es que se le llaman abusos porque vete tú a saber, según este señor es todo consentido, los menores están deseándolo… No entiendo. ¿Los menores abusan sexualmente de los adultos? Qué manera más vil y rastrera de proteger su conciencia, señor obispo. La historia, contada por este hombre, cambia bastante. Los verdaderos culpables son víctimas, que se han dejado seducir por los niños, que como todos sabemos, van salidos. Todos esos niños de 5, 7, 10 años que han sufrido abusos sexuales por parte de mentes putrefactas, en realidad se lo buscaron porque querían. ¿Qué? ¿QUÉ? Si yo fuera una de las madres de esos niños, no sé qué le hago al obispo.
Incluso comparó los abusos de menores con la homosexualidad. Como buen representante de la “santa” Iglesia, dijo que “perjudica a las personas y a la sociedad”. Dice el señor obispo: “la persona practica [la homosexualidad] como puede practicar el abuso de menores”. Pero qué lástima. ¿A quién le hace daño, a quién le molesta, lo que dos personas hagan en su intimidad y libremente? En cambio, señor obispo, ¿no cree usted que en los abusos sexuales alguien sale dañado, perjudicado, dolido…? 
Si la Iglesia no sabe distinguir entre la libertad de las personas y un delito, acabará por no tener ni un fiel (a no ser que sean tooooodos pederastas, claro. Pasará a llamarse el Club del pederasta y será ilegal). 

En fin, que a veces me desilusiono por vivir en este mundo y compartirlo con personajes así. Luego me acuerdo de Da Vinci o Einstein y ya se me va pasando... 

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